Modelo: Andrea Closas Taberner.
Montar un caballo real es una experiencia única que no se puede sustituir con nada. No obstante, un caballo mecánico es una herramienta más al servicio de las personas que montan o quieren aprender a montar. Las primeras pueden mejorar su técnica, equilibrio y condición física, mientras que las segundas pueden iniciarse en la equitación de forma controlada y segura.
Pero además, un caballo mecánico puede ayudar a jinetes y amazonas que han sufrido malas experiencias a recuperar su confianza. También es útil en procesos de rehabilitación después de una lesión como consecuencia de una caída, ya que los grupos musculares que se trabajan con un caballo mecánico son los mismos que se usan cuando se monta. Por otro lado, hay personas que por diversas razones ya no pueden practicar la equitación, como por ejemplo las personas mayores. Un caballo mecánico también resulta muy útil en terapias y en centros de formación profesional ecuestre.
De hecho, sería muy recomendable que todas las hípicas dispusieran de esta herramienta que la podrían utilizar en las primeras clases de iniciación con personas adultas, los días de lluvia, como complemento de las clases teóricas, etcétera.
Un caballo mecánico no es necesariamente un simulador. Para aquellos que disponen de un gran presupuesto y están interesados en la adquisición de un simulador de equitación pueden optar por los de Racewood (http://www.racewood.com), fabricante que comercializa varios modelos, cada uno de ellos especializado en una disciplina hípica distinta. Para aquellos que no quieren invertir tanto dinero existen otras opciones en el mercador, como por ejemplo, el Equicizer de Equestrian Wood Corporation (http://www.equicizer.com).
Independientemente, no debemos olvidar que el objetivo último de un caballo mecánico o de un simulador de equitación, para aquellas personas que su condición física se lo permite, es acabar montando un caballo real, una experiencia única e insustituible.