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Abrir los brazos pensando en cómo se mueve mejor nuestro cuerpo
Artículo publicado en el número 133 de Hípica Catalana

Abrir los brazos pensando en cómo se mueve mejor nuestro cuerpo

Para realizar estos ejercicios no necesitamos estar con caballos. Podemos practicarlos en cualquier sitio con un poco de espacio.

Artículo de formación sobre pequeños ejercicios que podemos practicar en un lugar cerrado, que nos permitirán tomar conciencia sobre aspectos de nuestra anatomía y la del caballo.

Hay algunos ejercicios con caballos que requieren la máxima movilidad de nuestros brazos. Por ejemplo, cuando pie a tierra y trabajando a la cuerda queremos enviar el caballo en una u otra dirección, o cuando llevamos el caballo del ronzal y necesitamos en un momento dado estirar de la cuerda para que avance, o ejercer presión con la cuerda para que pare. También en otras circunstancias, domando un potro o cuando la situación lo requiere, necesitamos tener la máxima amplitud de giro de nuestro tronco y brazos.

Si la palma de nuestra mano mira hacia arriba (supinación) y nuestro brazo está extendido, al rotar nuestro tronco, nuestro brazo podrá girar aproximadamente 100º antes de notar una cierta tensión a la altura del hombro del lado que gira. Si por el contrario la palma de nuestra mano mira hacia abajo (pronación), con el brazo extendido podremos describir, si rotamos también nuestro tronco, un ángulo de giro de casi 270º antes de notar molestias.

En general, sobre todo cuando llevamos el caballo del ronzal, la palma de la mano hacia arriba genera tensión en la cuerda, y por tanto ganas de avanzar del caballo, mientras que la palma de la mano hacia abajo, con la cuerda colgando por su propio peso, transmite relajación.

Modelo: Andrea Closas Taberner.

Explicaré una de las pocas situaciones en las que pongo la palma de mi mano mirando hacia arriba: cuando doy cuerda. Cuando el caballo ya empieza a describir el círculo, pongo la palma de la mano que acompaña el movimiento del caballo mirando hacia arriba, para que la cuerda no caiga por su peso, y con la mano abierta, para que la cuerda fluya y permita que el caballo se aleje de mí. Con la otra mano, la que está más alejada del caballo, recojo lo que sobra de cuerda, a la vez que utilizo ese extremo para ayudarme, cuando es necesario, a impulsar el caballo. Como el movimiento que describo al dar cuerda acompaña al movimiento que describe el caballo, como si en cierta forma estuviera "toreando", no tengo necesidad de girar en exceso el brazo y por tanto, no experimento ninguna molestia. También montando, al utilizar la rienda de abertura, acostumbro a supinar la mano para que el contacto del filete con la boca del caballo sea a través de la comisura del labio, que es mas elástica.


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